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¿Se equivoca Merkel con la apuesta solar?

5días

Domingo Jiménez Beltrán / Emilio Ballester – 14/02/2011

Mientras que en España demonizamos la tecnología fotovoltaica, Alemania se consolida como el primer mercado del mundo. Allí, una política de apoyo firme, clara y predecible, ha conseguido que hoy dispongan de 18.000 MW solares instalados, sin que ello sea un impedimento para que el país haya gozado en 2010 del mayor crecimiento económico en 20 años -un 3,6%-, sin que haya aumentado insosteniblemente el recibo de la luz y sin que haya aparecido un déficit de tarifa que aquí, en España -con menos de 4.000 MW instalados- se achaca errónea e injustamente a esta tecnología. Es más, mientras en nuestro vecino del Norte la coalición de conservadores y liberales continúa la exitosa política impulsada cuando los ecologistas formaron coalición con los socialdemócratas, en España el Gobierno socialista reniega de la apuesta por la solar de la que hizo bandera durante su primera legislatura.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero los números cantan: la planificación energética de Alemania quiere disponer de 52.000 MW de energía fotovoltaica en 2020; en España, el mix aprobado por la Subcomisión del Congreso apenas aspira a 6.700 MW. Durante 2010, Alemania instaló más de 8.000 MW solares; España, menos de 300 MW. En Alemania, la energía fotovoltaica ya genera empleo estable y de calidad para 130.000 personas y con tendencia creciente; en España, el sector ha perdido 30.000 puestos de trabajo en los últimos dos años… Una de dos, o los alemanes están locos -y la primera, la señora Merkel que recientemente nos visitaba-, o los problemas que en España se atribuyen a la fotovoltaica tienen otro origen.

La clave de la gran diferencia entre lo que ocurre en Alemania y lo que ocurre en España reside en la estabilidad regulatoria; mientras allí hay coherencia y visibilidad a largo plazo, aquí el Gobierno ha aprobado cuatro normas diferentes en cuatro años, a cual peor; si en la primera se propició un crecimiento insostenible y desordenado del mercado nacional, las demás solo han buscado constreñir su desarrollo y, en última instancia, corregir el desaguisado a golpe de decretos, algunos claramente retroactivos y de dudosa legalidad.

Alemania, al igual que el resto de países que fomentan la fotovoltaica, tiene la difícil tarea de regular la implantación de una tecnología que viene creciendo a ritmos del 40% durante la última década y que reduce sus costes a velocidad de vértigo. Curiosamente, Alemania ha adoptado una solución que nació en España -fue idea de la Asociación de la Industria Fotovoltaica- y reduce progresivamente la tarifa en función de la evolución del mercado: a mayor crecimiento, menor tarifa.

Así, Alemania redujo las tarifas un 10% en enero del año 2010; un 15%, extraordinario, durante el verano; hubo otro del 13% con el cambio de año; se acaba de anunciar otro extraordinario para el próximo verano, que oscilará entre el 3% y el 15% en función del crecimiento que haya en primavera; y habrá otro más con la llegada de 2012, que rondará nuevamente el 13%.

En España, por el contrario, se establecen cupos de mercado, se reduce súbitamente la tarifa un 45%, se impone un límite de horas operativas con derecho a la percepción de primas y se sataniza a la tecnología ante la opinión pública, para causar desconfianza y amedrentar a la inversión.

La realidad es que Alemania ve la fotovoltaica como una tecnología fiable, segura, limpia, competitiva y capaz de contribuir de un modo muy relevante a la independencia energética del país -en 2020 ya cubrirá el 10% de la demanda eléctrica- y la sociedad apuesta por ello con 80% de las instalaciones de pequeño tamaño e incorporadas a la edificación. En España, en cambio la fotovoltaica se percibe como una energía cara, molesta y prescindible, en la que se han producido importantes casos de fraude. Ciertamente, durante la explosión fotovoltaica de 2008 hubo irregularidades que las autoridades están investigando y que se aclararán próximamente, pero la visión que se tiene de la tecnología no puede estar más equivocada. En España hay tres veces más irradiación que en Alemania y será rentable sin ayudas mucho antes que allí; Nobuo Tanaka, director de la Agencia Internacional de la Energía, prevé que aquí será rentable sin primas hacia 2015.

Domingo Jiménez Beltrán / Emilio Ballester.
Fundación Renovables / Fundación Desarrollo Sostenible

¿Se equivoca Merkel con la apuesta solar?

5días

Domingo Jiménez Beltrán / Emilio Ballester – 14/02/2011

Mientras que en España demonizamos la tecnología fotovoltaica, Alemania se consolida como el primer mercado del mundo. Allí, una política de apoyo firme, clara y predecible, ha conseguido que hoy dispongan de 18.000 MW solares instalados, sin que ello sea un impedimento para que el país haya gozado en 2010 del mayor crecimiento económico en 20 años -un 3,6%-, sin que haya aumentado insosteniblemente el recibo de la luz y sin que haya aparecido un déficit de tarifa que aquí, en España -con menos de 4.000 MW instalados- se achaca errónea e injustamente a esta tecnología. Es más, mientras en nuestro vecino del Norte la coalición de conservadores y liberales continúa la exitosa política impulsada cuando los ecologistas formaron coalición con los socialdemócratas, en España el Gobierno socialista reniega de la apuesta por la solar de la que hizo bandera durante su primera legislatura.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero los números cantan: la planificación energética de Alemania quiere disponer de 52.000 MW de energía fotovoltaica en 2020; en España, el mix aprobado por la Subcomisión del Congreso apenas aspira a 6.700 MW. Durante 2010, Alemania instaló más de 8.000 MW solares; España, menos de 300 MW. En Alemania, la energía fotovoltaica ya genera empleo estable y de calidad para 130.000 personas y con tendencia creciente; en España, el sector ha perdido 30.000 puestos de trabajo en los últimos dos años… Una de dos, o los alemanes están locos -y la primera, la señora Merkel que recientemente nos visitaba-, o los problemas que en España se atribuyen a la fotovoltaica tienen otro origen.

La clave de la gran diferencia entre lo que ocurre en Alemania y lo que ocurre en España reside en la estabilidad regulatoria; mientras allí hay coherencia y visibilidad a largo plazo, aquí el Gobierno ha aprobado cuatro normas diferentes en cuatro años, a cual peor; si en la primera se propició un crecimiento insostenible y desordenado del mercado nacional, las demás solo han buscado constreñir su desarrollo y, en última instancia, corregir el desaguisado a golpe de decretos, algunos claramente retroactivos y de dudosa legalidad.

Alemania, al igual que el resto de países que fomentan la fotovoltaica, tiene la difícil tarea de regular la implantación de una tecnología que viene creciendo a ritmos del 40% durante la última década y que reduce sus costes a velocidad de vértigo. Curiosamente, Alemania ha adoptado una solución que nació en España -fue idea de la Asociación de la Industria Fotovoltaica- y reduce progresivamente la tarifa en función de la evolución del mercado: a mayor crecimiento, menor tarifa.

Así, Alemania redujo las tarifas un 10% en enero del año 2010; un 15%, extraordinario, durante el verano; hubo otro del 13% con el cambio de año; se acaba de anunciar otro extraordinario para el próximo verano, que oscilará entre el 3% y el 15% en función del crecimiento que haya en primavera; y habrá otro más con la llegada de 2012, que rondará nuevamente el 13%.

En España, por el contrario, se establecen cupos de mercado, se reduce súbitamente la tarifa un 45%, se impone un límite de horas operativas con derecho a la percepción de primas y se sataniza a la tecnología ante la opinión pública, para causar desconfianza y amedrentar a la inversión.

La realidad es que Alemania ve la fotovoltaica como una tecnología fiable, segura, limpia, competitiva y capaz de contribuir de un modo muy relevante a la independencia energética del país -en 2020 ya cubrirá el 10% de la demanda eléctrica- y la sociedad apuesta por ello con 80% de las instalaciones de pequeño tamaño e incorporadas a la edificación. En España, en cambio la fotovoltaica se percibe como una energía cara, molesta y prescindible, en la que se han producido importantes casos de fraude. Ciertamente, durante la explosión fotovoltaica de 2008 hubo irregularidades que las autoridades están investigando y que se aclararán próximamente, pero la visión que se tiene de la tecnología no puede estar más equivocada. En España hay tres veces más irradiación que en Alemania y será rentable sin ayudas mucho antes que allí; Nobuo Tanaka, director de la Agencia Internacional de la Energía, prevé que aquí será rentable sin primas hacia 2015.

Domingo Jiménez Beltrán / Emilio Ballester.
Fundación Renovables / Fundación Desarrollo Sostenible